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Guía para gestionar emociones difíciles

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Las emociones constituyen un elemento esencial en la vivencia humana, afectando nuestras elecciones, interacciones y bienestar integral. No obstante, hay emociones que no son fáciles de controlar. La rabia, el temor, la tristeza, la frustración y la culpa, por ejemplo, pueden provocar reacciones intensas que complican su manejo adecuado. El aprendizaje relacionado con gestionar emociones complejas no implica reprimirlas o pasar por alto su existencia, sino identificarlas, entenderlas y canalizarlas de forma saludable.

Aceptación y reconocimiento emocional

El primer paso consiste en identificar la emoción que se está experimentando. Muchas personas tienden a negar o ignorar lo que sienten ante la incomodidad que produce. Sin embargo, varios estudios en psicología, como los realizados por Tara Brach y Daniel Goleman, indican que la aceptación emocional es esencial para evitar la acumulación de tensión, ansiedad o síntomas físicos relacionados con la somatización.

Imagina una situación cotidiana: tras recibir una crítica en el trabajo, puedes experimentar vergüenza y enfado. Negar esas emociones podría traducirse en irritabilidad o retraimiento en otras áreas de tu vida. En cambio, ponerles nombre —*me siento herido* o *me siento molesto*— permite comenzar el proceso de gestión.

Exploración del origen de las emociones

Cada emoción compleja tiende a tener un desencadenante particular. Meditar sobre la fuente de nuestras sensaciones ayuda a entender la causa del malestar y responder adecuadamente. Un ejemplo es la frustración, que puede aparecer cuando las expectativas no se satisfacen, mientras que el temor podría estar relacionado con vivencias pasadas o pensamientos futuros.

Un método efectivo es mantener un diario de emociones. Anotar lo que pasa, tus sentimientos y pensamientos respecto a ciertos eventos diarios es útil para identificar patrones emocionales. Investigaciones en el campo de la neurociencia indican que describir y evaluar las emociones activa áreas del cerebro vinculadas al autocontrol, como la corteza prefrontal.

Tácticas para gestionar las emociones

Existen diversas maneras de manejar sentimientos complicados:

Respiración atenta: cuando las emociones dominan, la respiración se vuelve más rápida. Dedicar unos momentos a inspirar profundamente y espirar de forma pausada contribuye a equilibrar el sistema nervioso autónomo y disminuir la fuerza emocional.

Mindfulness o consciencia plena: desarrollar la habilidad de consciencia plena facilita la observación de las emociones sin emitir juicios. Por ejemplo, al experimentar enojo, en lugar de actuar precipitadamente, puedes notar cómo se presenta en tu cuerpo —tensión en el pecho, calor en las manos— y reconocer su presencia hasta que su intensidad disminuya. Estudios realizados en universidades como Harvard y Oxford han comprobado la efectividad del mindfulness en la gestión de la ansiedad y el estrés.

Modificación cognitiva: las emociones complejas a menudo son impulsadas por pensamientos distorsionados. Ajustar la manera en que se ve una situación puede alterar la reacción emocional. Si te aterra hablar en público, podrías ver ese temor como una posibilidad de desarrollo personal y adquisición de conocimientos.

Manejo emocional en el día a día: casos prácticos

El uso de estas tácticas depende del entorno. Imagina que una madre soltera siente remordimiento por dedicar tiempo a sí misma. Mediante la introspección, se da cuenta de que cuidar de sí misma no la hace una mala madre, sino que mejora su habilidad para atender a su hijo. Comienza a permitirse momentos de descanso, respaldando su proceso emocional con palabras de comprensión hacia sí misma.

Otro caso es el de una persona que termina una relación sentimental. El dolor puede transformarse en ira o tristeza intensa. Buscar apoyo social, escribir una carta (sin enviarla) expresando lo que siente o participar en grupos de apoyo puede ayudar a tramitar esas emociones.

La importancia del acompañamiento profesional

Aunque muchas personas logran gestionar emociones difíciles aplicando estrategias de regulación, algunas pueden requerir apoyo profesional. Psicólogos y terapeutas utilizan técnicas basadas en la evidencia —como la terapia cognitivo conductual, la terapia focalizada en emociones, o la terapia de aceptación y compromiso— para acompañar el proceso de comprensión y transformación emocional.

Por ejemplo, en casos de pérdidas, traumas o situaciones críticas, el apoyo profesional es esencial para prevenir complicaciones potenciales, como la depresión o los desórdenes de ansiedad.

El desarrollo de la inteligencia emocional

Desarrollar la capacidad para gestionar emociones difíciles implica un compromiso con uno mismo. No se trata de cambiar la naturaleza de las emociones, sino de aprender a convivir con ellas, comprender sus mensajes y responder con mayor flexibilidad y autocuidado. Con la práctica constante y el apoyo adecuado, transformar esos momentos complejos en oportunidades de autoconocimiento fortalece la resiliencia y la autenticidad. Cada emoción, por intensa que sea, puede convertirse en una valiosa aliada para crecer y construir relaciones más sanas consigo mismo y con los demás.

Por Otilia Adame Luevano

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