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La transferencia de Ghislaine Maxwell a prisión de mínima seguridad en Texas genera debate

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Ghislaine Maxwell, sentenciada a 20 años de cárcel por tráfico de menores, ha sido movida del Centro Correccional Federal de Tallahassee, Florida, a la prisión de baja seguridad FPC Bryan, ubicada en Texas. Este traslado entre cárceles ha suscitado un ferviente debate en torno al tratamiento que recibe una de las personalidades más polémicas asociadas al caso de Jeffrey Epstein, reavivando las tensiones entre las víctimas, el sistema de justicia de Estados Unidos y las dinámicas políticas del país.

La Oficina Federal de Prisiones confirmó que Maxwell, de 63 años, ya se encuentra bajo custodia en la instalación texana. Si bien no se ha ofrecido una justificación oficial para este traslado, su llegada a una cárcel con estándares menos estrictos y un ambiente más flexible ha sido interpretada por críticos como un posible indicio de privilegio o trato diferenciado.

Entorno más relajado para una figura polémica

FPC Bryan es reconocida por albergar a mujeres sentenciadas por delitos que no implican violencia, y por brindar condiciones menos estrictas si se comparan con otras cárceles federales. Las internas residen en instalaciones tipo dormitorio con ciertas normas de disciplina, aunque tienen la oportunidad de participar en programas de educación, actividades deportivas, servicios religiosos y mantener comunicación regular con sus familiares. Entre las prisioneras actuales se encuentra Elizabeth Holmes, quien fue directora ejecutiva de Theranos y está condenada por fraude.

En oposición, la cárcel de la cual Maxwell fue movida, FCI Tallahassee, cuenta con controles más estrictos y alberga tanto a hombres como a mujeres. Esta disparidad ha provocado enojo entre los familiares de las víctimas del caso Epstein, quienes culpan al sistema judicial de no cumplir con su deber de impartir justicia.

Respuesta de los afectados y crecimiento del malestar social

Parientes de Virginia Giuffre, una de las principales afectadas por la red de abuso dirigida por Epstein y Maxwell, manifestaron su «horror y repugnancia» ante lo que perciben como un «favoritismo» hacia la condenada. En un anuncio público, reprobaron la carencia de transparencia en el proceso de transferencia y enfatizaron que no se informó a las víctimas, como suele requerirse en situaciones de esta naturaleza.


«El sistema judicial está defraudando a las víctimas a plena vista», afirma el texto. Asimismo, se lanza una severa acusación: «La población de Estados Unidos debería sentirse escandalizada por el trato preferencial que recibe una acusada de delitos sexuales y pedofilia».


Encuentros con autoridades y posible colaboración

El movimiento de Maxwell coincide con las recientes reuniones que mantuvo con el vicefiscal general de Estados Unidos, Todd Blanche. Aunque no se han revelado detalles oficiales sobre estas conversaciones, su realización ha generado especulaciones acerca de una posible colaboración de Maxwell en la investigación más amplia sobre la red de abusos sexuales de menores organizada por Epstein.

El equipo legal de Maxwell ha indicado que ella estaría dispuesta a testificar ante el Congreso sobre lo que sabe del caso, aunque sugiere que solo lo hará bajo estrictas protecciones legales. Estas condiciones han sido interpretadas como una señal de que la expareja del fallecido magnate podría poseer información comprometedora sobre otras figuras de alto perfil implicadas en la red criminal.

El fantasma del indulto presidencial y los archivos ocultos

Otro tema de conflicto se centra en los rumores acerca de un eventual indulto presidencial. Maxwell ha presentado formalmente una petición al Tribunal Supremo para que su condena sea anulada y ha tratado de conseguir un perdón del presidente en funciones, Donald Trump. A pesar de ello, la Casa Blanca ha declarado que esa opción no está siendo evaluada ni discutida.

La relación de Trump sigue asociada con el asunto Epstein, no solo por sus relaciones previas con el magnate, sino también por la promesa, todavía no realizada, de divulgar los documentos relacionados con la red de tráfico sexual. La exigencia política para liberar esta información ha aumentado en los últimos meses, especialmente después de la reelección del expresidente y su compromiso de ofrecer «transparencia completa» respecto al escándalo.

Un traslado que deja más preguntas que respuestas

La transferencia de Ghislaine Maxwell a otra prisión ha provocado un renovado interés por parte del público. El ambiente menos severo del FPC Bryan se contrapone con la seriedad de los crímenes por los que fue sentenciada, y las últimas conversaciones con funcionarios federales indican que su situación podría continuar siendo noticia en el futuro cercano.

Mientras tanto, las víctimas y sus representantes siguen reclamando justicia plena y transparencia. Las decisiones en torno a Maxwell continúan alimentando dudas sobre si el sistema judicial trata con igualdad a todos los condenados o si ciertos nombres siguen gozando de una protección informal que erosiona la confianza pública en la justicia estadounidense.

Por Otilia Adame Luevano

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