El universo musical se despide de una de sus personalidades más emblemáticas. Ozzy Osbourne, pionero del heavy metal y figura clave del rock durante más de cincuenta años, murió este martes a los 76 años, dejando un legado caracterizado por la innovación musical, el desenfreno y la resiliencia. Su existencia estuvo marcada tanto por sus aportaciones artísticas como por su habilidad para reinventarse constantemente, incluso cuando todo parecía ir en su contra.
De Birmingham al Olimpo del rock
John Michael Osbourne vino al mundo en Birmingham, Reino Unido, en una zona de trabajadores donde la música no parecía una salida probable. En su infancia, enfrentó desafíos tanto en el ámbito escolar como en el personal, incluyendo la dislexia y lo que hoy se diagnostica como TDAH, lo que llevó a Ozzy a dejar la escuela a los 15 años. Después de realizar varios trabajos y pasar un corto tiempo encarcelado, descubrió su pasión por la música, fuertemente inspirado por The Beatles. Su destino tomó un giro cuando formó Black Sabbath junto a Tony Iommi, Geezer Butler y Bill Ward.
La agrupación, cuyo nombre fue tomado de una película de terror, transformó el panorama musical al aportar un estilo sombrío, contundente y desafiante. El primer álbum Black Sabbath estableció un hito, seguido por obras clásicas como Paranoid, Master of Reality y Sabbath Bloody Sabbath. El conjunto no solo definió el heavy metal, sino que también consolidó la imagen del rockero irreverente y transgresor.
Declive y resurgimiento
Los excesos, sin embargo, comenzaron a causar estragos. Osbourne fue expulsado de Black Sabbath en 1979 tras años de conflictos internos y consumo de sustancias. En lugar de desaparecer, resurgió con fuerza como solista gracias al álbum Blizzard of Ozz, que lo devolvió a la cima. Con el apoyo de Sharon Arden, quien luego se convertiría en su esposa y su más firme respaldo, Osbourne forjó una nueva etapa artística llena de triunfos como Diary of a Madman y Bark at the Moon, además de festivales como el legendario Ozzfest, que impulsó a nuevas generaciones del metal.
Sus años de gira estuvieron acompañados de episodios que alimentaron su leyenda: desde morder la cabeza de un murciélago en un concierto, hasta momentos de comportamiento errático producto de sus adicciones. A pesar de estos incidentes, su magnetismo en el escenario y su honestidad brutal ante la prensa lo mantuvieron en el centro de la conversación pública.
El rostro de una nueva era en televisión
En 2002, Ozzy y su familia estelarizaron The Osbournes, un reality show que dio inicio a una nueva era en los medios. El programa retrató su vida en casa, desordenada pero encantadora, y cautivó a millones de televidentes. Su figura de estrella rebelde se mostró más humana, lo que incrementó aún más su número de seguidores. El éxito fue indiscutible, transformando a la familia Osbourne en símbolos de la cultura pop mundial.
Enfermedad, redención y despedida
En los últimos diez años, Osbourne se ha visto afectado por varios problemas de salud. Recibió un diagnóstico de párkinson y tuvo accidentes que afectaron su capacidad de moverse. Sin embargo, siguió creando música y tomando parte en conciertos cuando su salud lo permitía. En una de sus apariciones más recientes, se despidió de la audiencia durante un conmovedor concierto en Birmingham, donde estuvo junto a sus ex compañeros de Black Sabbath.
La comunidad musical y sus aficionados rápidamente le ofrecieron tributos. Desde Metallica y Guns N’ Roses hasta Elton John y Motörhead, músicos de diversas categorías resaltaron su impacto, su sentido del humor y su lado humano. En el Paseo de la Fama de Hollywood, admiradores se reunieron para colocar flores en su estrella y rendir homenaje a quien, en opinión de muchos, encarnaba el espíritu más puro del rock.
Un personaje inolvidable
Ozzy Osbourne fue bastante más que el “Príncipe de las Tinieblas”. Su existencia consistió en una serie de derrumbes y resurgimientos, de controversias y reconciliaciones, de instantes gloriosos y peleas internas. En su faceta artística, transformó un estilo. Como individuo, dejó una marca de genuinidad prácticamente imposible de replicar.
A lo largo de más de 50 años, supo conectar con distintas generaciones, ya fuera desde un escenario rugiente o desde el sillón de su sala frente a una cámara. Su legado se mide no solo en discos vendidos o premios recibidos, sino en la forma en que cambió para siempre el rostro del rock. Como él mismo dijo en una de sus últimas entrevistas: “Estoy orgulloso de lo que he conseguido con mi vida. Usted no podría haber escrito la historia de mi vida aunque hubiera sido el mejor escritor del mundo”.
Ozzy Osbourne se retira, pero su legado musical, su voz y su historia vivirán eternamente.